sábado, 30 de abril de 2011

wait for me

A veces hablo con Michelle,
llamo por teléfono y le cuento cualquier cosa,
lo primero que se me ocurre,
soy un trozo de cemento, soy un dragón que ve la tele y bla bla bla.

Esto no es una historia con principio y con final,
no existe el capítulo uno, el érase una vez de los cojones.

Las cosas son, suceden,
te dan en las narices de repente y no sabes decir ni cuándo ni porqué.
La vida es un ahora te cuento esto y no te cuento lo demás.
No hay antes ni hay después.
Te cuento lo de ayer, lo de mañana,
lo de hace tres minutos que me ha pasado y no te lo vas a creer.

Ir hacia lo desconocido es la única forma respetable de vivir.
Hace un año, hace un momento,
ayer, o antes de ayer,
hará unos tres minutos.

Unos buscan hacia dentro,
atraviesan intestinos y glándulas biliares,
el paraíso perdido, las llaves del reino.
Uno puede inmiscuirse en lo profundo de sí mismo
y centrarse en sus picores,
en el movimiento rotatorio de sus omoplatos
o en la forma concreta e inestable
que tiene una bolsa de fideos
cuando la abres justo antes de que el agua empiece a hervir.

Otros, por su parte, buscan lo mismo pero hacia fuera,
ir hacia el horizonte, cruzar la línea,
sacarse un billete de avión y decir adiós muy buenas
con un mapa Michelín en la mochila,
mover los pies,
llegar a Luang Prabang y no quedarse,
seguir hacia no se sabe donde, Laos, Hanoi,
mirando siempre a izquierda y a derecha.

Lo importante es buscar,
buscar por el mero hecho de moverse,
por ese regusto de mirar alrededor y que nada sea lo mismo.
No detenerse,
el movimiento perpetuo de los pies y de la sangre.

Buscar más de la cuenta es abrir un paréntesis dentro de otro paréntesis.
y luego qué, ya está, eso era todo,
lo difícil es reciclar la basura, limpiar tu cuarto,
preparar una cena para dos.
El viaje no deja de ser peligroso aunque no levantes el culo de la silla.

Por eso a veces hablo con Michelle,
llamo por teléfono y le cuento cualquier cosa,
lo primero que se me ocurre,
soy un trozo de cemento, soy un dragón que ve la tele y bla bla bla.



Nota: poema del libro ALGUIEN QUE SEA YO, de próxima publicación en Huacanamo

jueves, 21 de abril de 2011

“ANDY COMO-SE-LLAME”

Esperaban que nos tomáramos en serio aquello en lo que
creíamos y nunca lo hacíamos: no éramos intelectuales

A.W.

Donde interviene la matemática no se puede escribir nada.

Esta es mi filosofía de la A a la B y de la B a la A,
de la taza de café con leche de soja y edulcorante
a la bolsa de plástico de El Corte Inglés.
Tengo el pelo blanco y la piel brillante como un rollo de papel Albal.
Enciendo la tele para poder vivir. Uso la tele como referencia,
como pequeña novedad dentro de este salón que me sé ya de memoria.
La tele es la ventana, es el parque, es el jardín,
la tele es el bar y es el paisaje y si le quitas el volumen
la tele es luz.

Leyendo los diarios de Andy Warhol he descubierto
que yo soy Andy Warhol.
Cuando Andy murió yo heredé su pop art
y empecé a mirarme mucho en los espejos
y a tomar pastillas adelgazantes y anfetaminas para estudiar la selectividad.

Lo completo, lo circular, el polígono
de área igual a base por altura al cuadrado es una catástrofe.
Los números son falsos, los edificios de más de 12 plantas.

Necesito el accidente de lo cotidiano, del gesto
que no quiere ser nada, que no pretende llegar a ningún sitio,
ir a la cocina,
abrir el frigorífico,
mirar el jamón york unos segundos,
comprobar de nuevo que la leche sigue ahí
que el queso para untar
que las manzanas
que el chorizo ibérico sin gluten
comprobar que el paté de hígado de cerdo está verde y hay que tirarlo,
cerrar el frigorífico.

Una persona tiene derecho a la iluminación que necesita.

Yo necesito la escritura y la luz de la nevera.
Sin escritura no existiría nada, el mundo es escritura,
un partido de la Champions es escritura. La palabra es todo lo que somos,
exudaciones, tumores, diccionarios, yo soy una palabra
soy la frase escrita sin pensar mientras escucho a Aarón Thomas,
mientras veo Sexo en Nueva York, House, Californication
y leo y veo y entiendo ah, el poema es esto, el poema está aquí.

El poema que nace de la obsesión que nace de la enfermedad y los anuncios que nace de la tecnología que me rodea y me entretiene y me obliga a beber agua mineral natural en botellas azules de litro y medio el poema que nace de lo inacabado los libros inacabados los videojuegos inacabados las personas inacabadas las botellas azules de agua mineral natural inacabadas.

Enciendo la tele,
abro un libro de Cortázar, un libro de Ray Loriga,
escribo un mensaje por el móvil
día tranquilo: playa, 3 lavadoras, siesta. A qué hora exacta llegas mañana? :)

La guía Lonely Planet de París dice
que camine hasta el número 42 de rue de la Goutte d’Or,
una calle adoquinada que parece sacada de un daguerrotipo del s.XIX,
luego que gire a la izquierda, luego a la derecha por rue des Poissonniers
donde encontraré carnicerías con muchas ofertas de cabeza de cordero
y paquetes de pollo de 5 kg pero nada de pescado.

Supe que me amaba porque no se corría en mi boca.

Sólo en estado de inconsciencia sale escrito el poema
como una hogaza de pan o una pizza cuatro estaciones
con las frases como son y el pepperoni
con las palabras en su sitio y la botella de dos litros de Pepsi.

Escribir tres o cuatro horas y luego y después
asomarme a la ventana del dormitorio y fumar un cigarrillo
y llamar a Michelle Djerzinski por teléfono
soy un trozo de cemento, soy un dragón que ve la tele
y preguntarle si baja al bar y decir adiós querida que te vaya bien
y bajar con lo puesto y beber cervezas en el bar, vinos, licores, agua del grifo
y dejar que el cuerpo sea más cuerpo y cabeza, tronco, extremidades
y conocerme a mí mismo un poco más
y pasear por la calle Fuencarral y mirar árboles y contenedores
para reciclar plástico, cartón, basura orgánica
y tomar pastillas adelgazantes con Fanta de limón como hacía Andy Warhol
e ir a fiestas y esperar a que amanezca una y otra vez
y volver a casa en taxi y acostarme sin pensar en lo que hice.

Lo que no haces, lo que no cuenta.

Eres un espejo de lo que te rodea.



Nota: Poema pertenecientge al libro ALGUIEN QUE SEA YO, que se publicará en Huacanamo este otoño.

martes, 19 de abril de 2011

iBook y compañía

HP Compaq Mini CQ10 con Huawei E1752 - AÑO 2010
Sony Vaio VGN-P11Z - AÑO 2009
MacBook Air - AÑO 2008
IbookG4 blanco - AÑO 2004

Esta es mi historia, esta es la vida de mis manos, la vida de mis dedos tecleadores y salidos, de la yema de estos dedos que han hurgado y rozado y friccionado toda mi juventud.

Cuántas páginas porno he visitado, cuántos comentarios anónimos insultando y cagándome en la madre de alguien he llegado a escribir, cuántas vidas he visto pasar sobre las pantallas retroiluminadas de distinta resolución de mis portátiles.

Me tomo una caña en la plaza de los mártires, cuánto hace que no escribo mi vida en prosa, sin pensar, sin corregir, a tomar por culo todo, tomándome una caña frente a una iglesia, imagino, supongo, que es la iglesia de los mártires, paso por aquí todos los días y no sé como se llama la iglesia de los cojones, la iglesia de ladrillitos rojos, el nombre de las iglesias es algo que se me olvida, que no quiero aprender, que hace que me hierva la sangre. El nombre de mis portátiles es, sin embargo, sagrado. Ellos se han posado sobre mis piernas, me han calentado los muslos en las noches de invierno, me han enseñado a dejar espacios en blanco, ha hacer clic en los enlaces adecuados.

Mi primer portátil fue un iBook G4 blanco, en él escribí mi primer libro, mis confesiones, el camino de la autoexageración me lo enseñó él, y vomité de envidia cuando al año siguiente de comprarlo, o a los dos años, no recuerdo bien, salió un modelo nuevo, más bonito, más blanco, con las teclas separadas, limpias, como pequeñas islas sobre algo. Pero no renegué de mi iBook G4 blanco, él me acompañó por medio mundo, visité el Pepe Botella, conocí mujeres, conocí el placer, Almería, Jaén, Madrid, no sé si Londres por entonces o París, Chicago, Singapur, el Polo Norte.

El tiempo pasa rápido como los nuevos procesadores, y apareció el MacBook Air, y yo me lo compré en el verano de 2008 para celebrar mi ascenso en la empresa. Pasé de ser un mierda a ser un señor mierda, como siempre decía mi buen amigo Maxi, funcionario cabrón al que quiero como a un hermano.

El MacBook Air me enseñó a volar, claro, era ligero como un rollo de papel higiénico, gracias a él tiré todos mis cuadernos, pesaba menos que un papel tamaño dinA4 y con sus 80 Gb de memoria podía escribir todos los días sin miedo, podía escribir hasta el infinito, o hasta que se me jodiera, como pasó hace unas semanas, en las que dejó de funcionar, como llegó se fue, 1600 euros a la mierda, con todos los archivos de mi reciente madurez perdidos para siempre.

También hubo en mi vida otros, dos cacas, por llamarlas de algún modo, que no me han servido para absolutamente nada, dinero perfectamente malgastado. Más me habría valido gastármelo en video juegos, en cerveza, en helados, en menús Wopper, en botellas de vino, en cosas de Ikea. Por el precio del Sony Vaio VGN-P11Z podría haber pagado el alquiler del mes de marzo. Y el HP Compaq Mini CQ10 con Huawei E1752 que compré en 2010 es la carcasa más inútil que he tenido nunca. A los dos meses se rompió, le di una hostia al teclado porque iba muy lento y se fue todo a la mierda. Me alegré.

Así que aquí seguimos, mi iBook G4 blanco y yo. Después de todos estos años es el único que aguanta. Ya no es tan blanco, la suciedad de mis dedos ha cubierto algunas teclas, hace ruido, es lento, la pantalla casi no se ve a la luz del día, pero él sigue aquí, conmigo, en una plaza de Málaga, con una caña, sin prisa, viéndolas venir.

jueves, 14 de abril de 2011

La Pasión según San Mateo

Ir con mi ojo izquierdo a comprar música
no es comprar música
porque dice mi ojo izquierdo
que esto no tiene nada que ver con los pentagramas
ni con lo que te enseñan en el conservatorio
desde los ocho años y dice
que tocar bien un clavicordio o una tuba
no significa un pimiento si conoces el principio y el final,
si no se te pone la piel de gallina
oyendo algo de Glenn Gould
y que si andante con moto
y maestoso y quasi allegro
y una mierda y dies irae
y gloria in excelsis.



Nota: como véis, sigo rescatando poemas de Un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown. Claro que esto voy a dejar de hacerlo ya, porque si no, metería todo el libro en internet y hay que dejar algo para el resto. Lo que pasa es que últimamente no me atrevo a escribir. Mis razones tengo.

miércoles, 13 de abril de 2011

vida cuántica

Las puertas están ahí,
las panaderías,
los pequeños restaurantes
donde cocinan unos noséqué increíbles
con salsa de roquefort y picatostes.
Pauline me invita a comer esos noséqué
en un restaurante que hay cerca de la Plaza de Santo Domingo.

En cuanto nos sentamos me dice
que ayer o antes de ayer,
que vio a Cortázar
comiendo tortellini justo en aquella mesa del fondo,
y se pone muy seria
y dice que sí,
que de verdad,
que era Cortázar,
que estaba ahí,
y que te lo juro,
con barba y gafas de pasta negras
y bebía cerveza
y no paraba de fumar.

Yo hago como que me río de ella
y le digo que no,
que jajaja,
que venga hombre,
y que no,
que no,
que eso es mentira
y le hago una foto con el móvil
antes de que pueda girar la cabeza
o taparse la cara con las manos.

No seas idiota, dice,
de verdad,
de verdad que era Cortázar,
lo dice con la boca llena de queso y palitos de pan,
estoy segura,
puede que acabara de llegar de París o Buenos Aires
o a lo mejor venía de enterrar un paraguas
o de comprar discos de Johnny Carter
y traía los ojos tristes,
no sé muy bien por qué,
traía los ojos
y no dejaba de mirar hacia la puerta del servicio de señoras
y llamaba todo el rato a un camarero
por el nombre de Rocamadour,
pero tú no me entiendes, claro,
porque tú nunca has leído más allá del capítulo 7
y no sabes qué es un Mondrian o un Vierira da Silva
y te da igual si aquí o allí o ahora,
tú quieres pruebas ¿no?
quieres algo definitivo y transparente,
quieres una autopsia,
meter los dedos,
quieres que te diga que dos más dos son cuatro
o que la distancia más corta entre dos puntos es,
porque la gente como tú
es la que siempre le pregunta al camarero
los ingredientes de un plato antes de elegir
o la que necesita todos los papeles
encima de la mesa de su despacho
a primera hora de la mañana
o la que se queda en casa los domingos
leyendo el periódico o planchando sábanas
delante de la tele
o cualquiera de esas cosas
que se supone que uno hace
poco antes de morir.

domingo, 10 de abril de 2011

gafas de pasta

Un grano, una mota de polvo, una cuchara.
Mi ojo izquierdo no enfoca la realidad,
confunde los letreros, llora, se cierra y abre solo.
Todo lo ve borroso, todo lo ve gris.

No le interesa nada que no esté al alcance de mi mano.

El que pasa por la otra acera ya no es nadie,
cuando voy al supermercado nunca sé a qué pasillo ir,
confundo las ofertas, no ahorro nada,
veo circulitos y líneas
y siempre acabo comprando la mantequilla que no es.

El oftalmólogo me hace pruebas,
analiza lo profundo de mi ojo con sus ojos de metal,
dime qué ves, dime qué ves,
y yo veo y digo












es usted miope, dice,
póngase gafas.

Y entonces mi ojo izquierdo se ilumina.

miércoles, 6 de abril de 2011

domingos

Mi ojo izquierdo, llamado Danilo T. Brown,
es un fanático de los domingos.
Madruga, parpadea como un reloj,
se viste, me visto, nos vestimos.

El aire de los domingos es ligero y amarillo
como una barra de pan.

Salgo a la calle,
compro el periódico,
pido café con churros,
me santiguo.

La prensa dominical cruje en mis manos
como un pastel de hojaldre.
Mi ojo izquierdo devora titulares,
columnas de opinión, anuncios, crónicas.
Letra caliente y recién hecha.

Pastillas para la tos.

Mi ojo izquierdo vive los domingos religiosamente,
porque el domingo, bendito sea,
es sagrado como una cucharilla de metal.

Me arrodillo, junto las manos.

Cuando estoy en casa escucho el ruido que hacen los vecinos,
los muebles, las voces, un plato que se cae.
Es el ritmo tranquilo de los días de fiesta.
Mi ojo se divierte, escucha, se entusiasma,
mira las musarañas porque es lo que hay que hacer.




nota: este poema, como el anterior, pertenecen al libro "un ojo izquierdo llamado Danilo T. Brown" inédito hasta que algún editor caritativo tenga a bien publicarlo.

martes, 5 de abril de 2011

cómo mirar

Lo que escribo cuando viajo en tren,
el ir y venir de la vida,
el pasarnos lo que nos pasa,
el cáncer de colon,
el padre que te ayuda con la mudanza,
la madre que te llama por teléfono,
la abuela,
ay qué pena mi hijo que te quiero mucho aféitate,
la novia que abandonamos,
el niño que llora en su habitación,
mi sobrino de 6 años,
mi sobrino de 12 años,
la Wii,
la PSP,
la Nintendo DS.

Mi ojo izquierdo busca la normalidad,
la inmundicia de la fotocopia,
el trabajo modesto,
los 12 colores de una caja de Plastidecor.

Descubrir lo que otros ojos no,
lo que otros ojos nunca.

Las casas que veo desde el tren son blancas.
Casas blancas de pueblo con gente de pueblo
que es gente que sabe cuándo va a llover
y para qué sirve una espátula y un hatillo de leña.
Un horno de pan. Una alpargata.

Me gustan las hogazas de pan y el olor a jabón Lagarto.
El calor de las ascuas del brasero.
Me da vergüenza darle la mano a mi abuela,
me da vergüenza mirar con el ojo izquierdo
mientras digo la verdad.



nota: poema basado en el texto de otro blog mío que por ahora no actualizo:
miojoderecho.blogspot.com